El 10 y 11 de enero pasados sucedió uno de los sucesos más importantes del año en la India: tiendas, hospitales, colegios y aeropuertos cerraron en gran parte de la sexta economía más importante y el segundo país más poblado del mundo.
Más específicamente, sería la Central Unitaria del Trabajo de la India que representa aproximadamente el 35% del total de la fuerza laboral disponible en el país que decidió entrar en paro contra el gobierno de Narendra Modi, teniendo un amplio apoyo de estudiantes y trabajadores informales, llegando a movilizar alrededor de 200 millones de ciudadanos.
Pero ¿a qué se debe un suceso como este? Los organizadores de la huelga argumentan que el gobierno del conservador y nacionalista Narendra Modi va en contra de los intereses de trabajadores y campesinos, sectores que prometió proteger en las últimas elecciones legislativas. Su partido, el
Bharatiya Janata o partido del pueblo de la India, espera reelegir al primer ministro en las próximas elecciones de abril del presente año.
Todo empezó con una proposición de ley en la cual se busca disminuir el poder de los sindicatos del país en la toma de decisiones en las empresas aprobada el pasado 2 de enero. Sin embargo, el movimiento creció hasta representar una amplia variedad de demandas, desde la reducción en el costo de vida hasta el mejoramiento de la calidad del trabajo en el campo.
Por ejemplo, los manifestantes piden un salario mínimo de USD $250 al mes -comparado con los actuales USD $100 en el sector formal y USD $64 en el sector informal- donde más del 90% de los trabajadores no están formalizados y la mayoría trabaja por el ‘jornal’. Actualmente, el número de personas viviendo con menos de 2 dólares por día es 124 millones.